Mobbing familiar, una forma de acoso psicológico intrafamiliar

El acoso psicológico o moral es una situación que ha cobrado cierta relevancia en los últimos años. En Colombia este tipo de acoso psicológico es cada vez más habitual y se concreta a través de los términos bullying y mobbing, siendo su práctica asociada a los entornos escolar y laboral respectivamente. Pero no son estos los únicos escenarios en los que el acoso moral se manifiesta, debido a que este también ocurre en el ámbito familiar, práctica perversa que se conoce con el nombre de mobbing familiar.

mobbing familiar o acoso psicológico intrafamiliar

Acoso psicológico intrafamiliar

El mobbing familiar es el acoso moral que se presenta dentro de una familia, cuando uno de sus miembros comienza a ser instigado por otro u otros parientes cercanos, actitudes producidas por sentimientos de envidia o inseguridad por parte del acosador, quien al notar que sus acciones comienzan a hacer efecto, intensifica los ataques que viene realizando.

El mobbing familiar consiste principalmente en el maltrato psicológico, y a veces físico, que se produce por parte de uno o varios miembros de la familia en contra de otro integrante en específico, y que ocurre de manera prolongada en el tiempo. Este comportamiento tiene el objetivo de desprestigiar al acosado, humillarlo y finalmente excluirlo del núcleo familiar, trayendo como consecuencia que comience a ser considerado la “oveja negra” y desencadenando graves efectos en su autoestima.

En este mismo sentido, otros parientes podrían comenzar a unirse a las actitudes del o los acosadores, incluso sin darse cuenta de ello, debido a que este tipo de acosos tarda en ser percibido. El individuo afectado observa fácilmente el rechazo al que está siendo sometido y difícilmente sabe cómo actuar, porque es la familia el primer entorno al que se acude en este tipo de casos, pero en esta oportunidad pasa a ser el origen del daño al que se enfrenta.

La gravedad del mobbing familiar recae en que la víctima del acoso sufre tales acciones en uno de los entornos que debería considerarse más seguros para su integridad tanto física como moral y psicológica. Al sentir que no tiene ningún tipo de apoyo por parte de las personas más cercanas, puede comenzar a sufrir una gran desestabilización emocional, pérdida de la autoestima y abandono de su posición dentro del seno familiar, llevándolo a sentirse totalmente desahuciado, con el riesgo de refugiarse en el juego, en sustancias como el alcohol, caer en depresión o incluso llegar a pensar en el suicidio como alternativa para solucionar su problema, en respuesta a no contar con personas cercanas que le sirvan de soporte.

¿Cómo se produce el mobbing familiar?

El ejemplo más común de mobbing familiar ocurre entre los hermanos y tiene su origen en la infancia, cuando por lo general los padres suelen tener algún trato preferente con uno de los hijos, por encima del otro o los otros, aunque esta actitud sea totalmente espontánea e involuntaria. Esta situación es traída al presente ya en la adultez y encuentra su motivación en los sentimientos de celos, que comúnmente se manifiestan en actitudes de rabia u odio por parte del hermano que recibió menos atención en el pasado.

Por otra parte, es muy común que los ataques se produzcan también cuando se encuentra algún interés de por medio, ya sea material o de posición en la jerarquía familiar, como puede ser la motivación que impulsa a uno de los miembros de la familia a ser el de mayor influencia, o la asignación de una herencia que desea para sí y que espera no sea compartida con nadie más.

En este sentido, la ambición también juega un papel importante en la manifestación de acciones ofensivas contra el miembro de la familia que represente algún peligro para su felicidad, y entonces esto origina el inicio de un ensañamiento sostenido por parte del victimario sobre su víctima, con el objetivo de lograr su rechazo y exclusión del camino que quiere forjar.

Es importante mencionar que, como suele suceder en cualquier situación de acoso moral, la víctima no está preparada psicológicamente para enfrentarse a tales ataques, sucumbiendo ante las acusaciones o atropellos que le son propinados, maltratos que no encuentra cómo combatir debido a la ansiedad generada y de los que no puede defenderse, porque nunca logra entender el motivo de tal comportamiento en su contra. El mobbing familiar puede llegar a ser tan destructivo que es capaz de incapacitar completamente a la víctima.

Víctimas y victimarios del mobbing familiar

Dentro de la propia familia, a veces es complicado poder identificar quién está realizando acciones de mobbing, porque en muchas ocasiones son varios los victimarios, pero casi siempre es uno solo el que dio origen a tales actitudes. Esta persona suele parecer normal, pero en realidad seguramente padezca de algún trastorno de la personalidad. De cualquier manera, su autoestima es muy baja, aunque no se perciba a simple vista, y el desarrollo de un comportamiento abusivo está motivado por el placer que le genera el hacer sentir a otros inferiores a él.

Generalmente, el victimario del mobbing familiar muestra un comportamiento completamente normal y hasta amistoso, pero una vez que ha determinado quién puede ser la víctima perfecta para el acoso, comienza su escalada progresiva de ataques psicológicos y en ocasiones hasta físicos; en otras palabras, es una persona de doble cara, quien por una parte es respetuosa y divertida, y por la otra cruel y despiadada.

Aquella persona que practica el mobbing familiar presenta la completa necesidad de ser admirada y reconocida de forma permanente, lo cual no le resulta complicado de lograr gracias a su agraciada personalidad. Esto estimula su creciente gusto por satisfacer sus caprichos a toda costa, y desarrolla estrategias de manipulación para lograrlo. El principal objetivo de sus ataques siempre será la autoestima de su víctima. Disfruta verla humillada, tratarla como un objeto sin valor alguno.

Por otra parte, existe un perfil básico de víctimas potenciales para el acosador. Este es el familiar brillante y bondadoso, admirado por todos gracias al buen comportamiento que siempre demuestra y la luz en su espíritu, con la que es capaz de iluminar a cualquiera. Esta circunstancia hace que comience a surgir el sentimiento de envidia en el victimario, por lo que decide comenzar a arremeter contra él, con el firme propósito de disminuir su influencia en la familia.

Además, la personalidad afectuosa de la posible víctima lo convierte en un blanco fácil, porque esto es visto como una debilidad para el atacante, convirtiéndolo en un indicador casi seguro de que su estrategia funcionará perfectamente.

Prácticas frecuentes en el mobbing familiar

El acoso como tal no comienza cuando el victimario da inicio a su arremetida, sino cuando la víctima se atreve a contrarrestar las acusaciones o ataques a las que es sometido, lo cual puede suceder cuando ya es demasiado tarde porque la agresión ha sido lenta y sistemática. En este punto, el victimario se convierte en un especialista en hacerse pasar por víctima y es capaz de lograr que una parte del resto de los familiares se sumen a la acción, algunos siendo totalmente cómplices del acoso, y otros sin siquiera percatarse de la gravedad del hecho.

Es muy común el uso de calumnias y mentiras por parte del acosador para descalificar al individuo sobre el que recae el acoso, y por lo general sus intenciones no tardan en convertirse en algo completamente destructivo. Cuando esto ocurre, no es de extrañar que el maltrato psicológico se traslade al plano físico, porque las reacciones agresivas también funcionan como potenciador de la imagen negativa que comienza a ser adjudicada a la víctima.

El acosador suele buscar la manera de posicionar al resto de la familia en contra de su víctima, debido a que esta no consigue la forma correcta de reaccionar, y el ataque a veces es tan efectivo que ella misma comienza a plantearse su culpabilidad y a sentirse responsable de las nuevas circunstancias que está viviendo, en las que llega a considerarse un peligro para la estabilidad de la familia, y de esta manera comienza a apartarse hasta quedar completamente aislada del entorno, con la mayor consecuencia de que el acosador refuerza al máximo su sentimiento de satisfacción por haber alcanzado sus pretensiones.

El mobbing familiar es común prácticamente a cualquier nivel: entre hermanos, primos, tíos… En cualquier caso, esto afecta de sobremanera las relaciones familiares, especialmente cuando ocurre entre hermanos y la relación se rompe permanentemente, porque en el futuro los más afectados serán los padres, ya ancianos, quienes requerirán la unión de sus hijos para ser apoyados en la etapa final de sus vidas.

Otro tipo de relaciones intrafamiliares que podrían verse afectadas por la práctica del mobbing familiar, son las originadas en la unión de algún miembro con una pareja que no es aceptada por todos por igual. Por ejemplo, es muy común que una madre sienta recelo por la esposa de su hijo, y de un momento a otro comience a acosarla con la firme intención de separarlos, refiriéndose a ella con comentarios malintencionados a fin de desprestigiarla y lograr el desprecio de otros familiares.

En este contexto, lo lógico es que ese mismo hijo defienda a su pareja, lo cual termina involucrándolo a él como una víctima más de la persecución y rápidamente sea apartado del núcleo, recibiendo las miradas acosadoras hasta de sus propios padres; sin embargo, puede darse el caso contrario, en el que el mobbing es tan exitoso que hasta el hijo llegue a plantar posición ante su pareja y termine por abandonarla.

Evidentemente, una situación como esta afecta la estabilidad emocional de los involucrados, quienes se sienten responsables de lo que sucede al ser ellos el foco generador de los sentimientos en contra. En este punto, cualquier relación de pareja corre el riesgo de fracasar, aunque los enamorados hayan llegado a tener todo a su favor para conformar una relación estable y duradera.

Repercusiones psicológicas del mobbing familiar

Las consecuencias del mobbing familiar pueden ser realmente terribles, sobre todo porque es precisamente la familia el primer factor de protección al que se suele acudir cuando se necesita apoyo. Vivir con la cercanía de una persona o un grupo de personas que propicia un maltrato psicológico a diario, cuando más bien deberían ser el principal sostén de las emociones, es sumamente complicado. La humillación y desvalorización a la que es sometido y hacer sentir a la víctima como la peor persona del mundo, además como la culpable de lo que está sucediendo, es un duro golpe a sus emociones y sentimientos.

Casi siempre, el principal elemento afectado es la autoestima. El acosado comienza a sentir que no tiene ningún valor para sus familiares, causando un enorme estrés emocional y disminuyendo progresivamente su estabilidad afectiva; prácticamente llega a sentir que, si no es querido por nadie dentro de su propia familia, nadie lo hará nunca fuera de ella, por lo cual termina por abandonar su hogar y cayendo en un círculo de inestabilidad emocional del cual es muy difícil librarse.

El daño percibido por quien es víctima de mobbing familiar muchas veces no tiene forma de ser sanado. Otra consecuencia muy grave puede ser la depresión, que además en algunos casos origina el consumo de sustancias nocivas para la salud, como el cigarrillo, las bebidas alcohólicas e incluso las drogas.

Existe también un porcentaje considerable de individuos que son víctimas de acoso, pero que nunca se han percatado expresamente de ello. Son aquellos quienes más se consideran responsables de la situación que se esté viviendo en la familia, lo cual también desata la aparición de los trastornos ya mencionados pero sin sospechar cuál es su origen. Este tipo de víctimas son las más difíciles de atender porque, si bien saben que necesitan ayuda, desconocen el origen real de sus complicaciones.

Las víctimas de acoso también pueden comenzar a desarrollar una sintomatología caracterizada por otras múltiples alteraciones psicológicas, que incluyen la dificultad para concentrarse, ataques de pánico, constante miedo y sensación de amenaza, trastornos del sueño, enfermedades somáticas y paranoia.

Lamentablemente, podría darse el caso en el que la recuperación de una víctima de mobbing familiar tarde varios años en concretarse, y en los casos más extremos, eso quizás no suceda nunca, haciendo imposible la reinserción del individuo a su núcleo familiar, o peor aún, la incapacidad de formar una nueva familia.

Ayuda psicológica en casos de mobbing familiar

El primer paso de una persona hacia la recuperación cuando es víctima de mobbing familiar, es aceptar que requiere apoyo para subsanar las heridas producidas por las circunstancias que está viviendo, para que pueda ser capaz de buscar ayuda por iniciativa propia, debido a que difícilmente obtendrá de su entorno todo lo que necesite.

Ahora bien, la ayuda psicológica es esencial en casos de mobbing familiar. La gravedad de las secuelas emocionales que produce esta práctica solamente puede ser sanada mediante ayuda profesional, además de que el afectado por lo general se encuentra tan aislado que no encuentra ninguna persona en quien refugiarse. El psicólogo o psicoterapeuta encargado de atender a un paciente envuelto en este escenario, debe tener la suficiente experiencia en el ámbito intrafamiliar, porque la víctima de mobbing familiar ha desarrollado sus trastornos emocionales como consecuencia del trastorno de alguien más, el acosador familiar, por lo tanto, no está realmente enfermo, sino en un estado que se instauró en él como mecanismo de defensa, y en muchas ocasiones el tratamiento no se aplica con la correcta investigación de cuál es el origen del malestar, por lo que el paciente termina siendo diagnosticado como si los trastornos que presenta provienen de un problema dentro de él mismo.

Este profesional debe plantearse dos objetivos con su paciente: el primero, ayudarlo a recuperar su capacidad de identificar sus necesidades y capacidades para afrontar el día a día en su vida, y segundo, guiarle en la sanación de las heridas emocionales causadas por el acoso que ha sufrido, incluyendo la superación de los trastornos que ahora padezca, como pueden ser la depresión, ansiedad o baja autoestima, además de orientarlo en dejar a un lado el duelo por haber perdido un apoyo tan importante como lo es el de su familia.

En este mismo sentido, la etapa inicial de la recuperación puede ser complicada, porque en toda terapia psicológica el apoyo familiar puede significar una gran ayuda, pero en este caso no se cuenta con ello. Por esto, el primer paso para el paciente es ser conducido al levantamiento de su autoestima, con el firme propósito de aprender a cuidarse por sí mismo en esta y cualquier otra circunstancia.

Otro gran reto es poder ayudarle a dejar a un lado el rencor o los sentimientos negativos que puedan surgir en el proceso de recuperación, porque en la medida que se avanza, es posible que aparezcan deseos de venganza hacia quienes le han propinado un gran daño en el pasado, con el riesgo de convertir toda la situación en un mal mayor, cuando ahora sea él quien experimente la necesidad de hacer daño a sus antiguos agresores, o peor aún, a alguien más que ni siquiera tenga relación alguna con lo sucedido.

Al final se presentan dos fases importantes en la recuperación: la superación y el olvido. En ellas, el paciente pasará poco a poco a dejar en el pasado lo sucedido y a reforzar aún más la autoestima y la confianza en sí mismo, incluso es capaz de conversar al respecto con otras personas, sin sentirse apenado, avergonzado y mucho menos culpable o responsable por la situación vivida, hasta que, finalmente, no quede más que un viejo recuerdo.

¿Cómo combatir y lidiar el mobbing familiar?

El mobbing familiar es una de esas situaciones que absolutamente nadie quisiera vivir. La familia es naturalmente el entorno más seguro con el que una persona cuenta, y encontrarse en un contexto en el que algún pariente arremeta contra nosotros, es totalmente desestabilizador. Por lo tanto, es necesario ser valiente en todo momento y afrontar las circunstancias con firmeza y asertividad.

Las víctimas deben hacer lo posible por no quedarse calladas y hablar sobre lo que está sucediendo con otras personas, especialmente con otros familiares que aún no se hayan percatado de la situación, antes de que caigan dentro del juego del agresor. De esta manera se estaría previniendo que el acoso se convierta en algo progresivo y sistemático, además de conseguir el apoyo necesario para detener la persecución a tiempo, porque en caso contrario, quizás cuando intente hacer algo al respecto ya sea demasiado tarde, y la imagen de la víctima esté tan manchada que no tenga solución. En esta circunstancia, lo mejor es dejar de intentar buscar apoyo en aquellos familiares cuya percepción del individuo ya está deteriorada, porque sería prácticamente una pérdida de tiempo valioso, que pudiera ser aprovechada en mirar otras alternativas de ayuda.

En cualquier caso, la solución siempre estará en las propias manos de la víctima. Lo más aconsejable es alejarse del foco destructivo antes de que el instigador haya hecho tanto daño que la víctima no pueda valerse por sí misma. La terapia psicológica es recomendable incluso en una fase temprana del mobbing familiar, cuando apenas comienza a percibirse cierta incomodidad o desprecio; una reacción a tiempo puede ser la salvación ante un futuro desolado e incierto.



Autor: © PSIGUIDE