Disgrafía

En muchas aulas, en ocasiones se pueden encontrar niños a los que se les haces particularmente difícil poder escribir de manera correcta. Esta dificultad no se relaciona específicamente con el no saber escribir o no conocer las normas de ortografía, sino que el individuo, en plena capacidad de sus facultades, sencillamente no es capaz de convertir sus ideas en palabras escritas. Estos casos deben ser evaluados con atención, ya que es muy probable que sea un caso de disgrafía.

La disgrafía es una condición muy común, denominada con el nombre de trastorno de la expresión escrita en la quinta edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V), y considerada una de las dificultades específicas del aprendizaje, junto a la dislexia y la discalculia, y puede llegar a afectar entre el 3 % al 10 % de los niños que se encuentran en edad escolar.

Al igual que cualquier otro trastorno del aprendizaje, la disgrafía se manifiesta como consecuencia de un desorden mental que puede afectar distintos procesos de la escritura, como escribir de forma desordenada, mala ortografía, escritura desigual o con trazos de diferentes tamaños, imposibilidad de tomar un lápiz de manera normal y posición del cuerpo irregular cuando se está escribiendo. Estas características comienzan a manifestarse alrededor de los 6 a 7 años de edad, cuando el niño ya se encuentra en su proceso de escolarización y el aprendizaje de la escritura se hace imposible.

disgrafía

La disgrafía no responde a ningún otro motivo que no tenga base en el cerebro funcional, por lo que no puede ser diagnosticado como tal cuando las dificultades en la escritura se manifiesten a causa de deficiencias intelectuales, lesiones u otros trastornos mentales en pacientes con desarrollo normal o escolaridad regular.

Este trastorno también se manifiesta como una condición que permanecerá durante toda la vida, pero con el seguimiento adecuado y la correcta aplicación de estrategias de aprendizaje, es un problema que puede sortearse para garantizar así un buen desempeño en los diferentes escenarios que se le plantean a lo largo de su vida. La disgrafía no siempre debe significar una total incapacidad para escribir, sino simplemente que la persona requiere más tiempo para poder coordinar por igual sus procesos de procesamiento del lenguaje y sus habilidades motoras.

La letra de una persona que padezca disgrafía por lo general no es completamente ilegible. Suele estar representada por un tamaño demasiado grande o muy pequeño, al igual que por tener una forma irregular e inclusive un sentido inverso. La rigidez en la mano impide escribir a velocidad normal, por lo que las presiones para que escriban más rápido resultan en un empeoramiento de la situación, ya que además de lograr una escritura menos legible, desarrolla en el individuo sentimientos de frustración y ansiedad, por no considerarse capaz de cumplir con las tareas asignadas. El resultado de todo esfuerzo suele ser una escritura  con muchos errores, aunque el individuo haya tenido en mente una idea muy clara de lo que quiso escribir.

Tipos de Disgrafía 

El trastorno de la expresión escrita puede ser diferenciado en dos tipos:

Disgrafía motriz: Se caracteriza por problemas psicomotores que dificultan la escritura a causa de fallas en la motricidad, esto a pesar de que el disgráfico tiene una perfecta comprensión de las palabras, el sonido que producen al pronunciarlas y su representación gráfica, es decir, la manera como se escriben. Esta condición deriva en una escritura lenta, desordenada y disociada, además de posturas inadecuadas al momento de escribir, junto a un incorrecto manejo del lápiz.

Disgrafía específica: Este tipo no obedece estrictamente a problemas de motricidad, sino más bien a una incorrecta percepción de la manera de escribir las palabras, o por dificultades en la orientación temporal o espacial, que deriva en una escritura torpe y lenta, por extrema rigidez en las manos o, por el contrario, escritura demasiado rápida debido a impulsos no controlados. En algunos casos, la escritura lenta también se debe a la preocupación y meticulosidad que tiene el disgráfico por escribir correctamente.

Diagnóstico y tratamiento de la disgrafía

En general, los síntomas de la disgrafía pueden ser fácilmente detectados en función del nivel de aprendizaje en que se encuentren los individuos.

Cuando están comenzando a escribir:

  • La posición del cuerpo y forma de tomar el lápiz es totalmente atípica.
  • Suelen evitar todo tipo de tareas que involucren la escritura o los dibujos.
  • Tienen problemas para escribir las letras con su orientación correcta.
  • No tienen consistencia en el espaciado entre letras y palabras.
  • Dificultad para diferenciar las mayúsculas y minúsculas.
  • No les es posible respetar márgenes o dibujar dentro de las líneas.
  • A veces escriben las palabras en orden inverso, de derecha a izquierda.
  • Tienden a cansarse rápidamente cuando escriben.

Cuando son personas jóvenes y adolescentes:

  • La letra es prácticamente ilegible.
  • Suelen tener inconsistencia entre la escritura corrida y de tipo impresa.
  • Escribe las frases de forma incompleta.
  • Tiende a pronunciar en voz alta las palabras que intenta escribir.
  • Escriben muy lentamente.
  • En ocasiones la concentración por escribir de manera correcta es tan profunda, que pierde todo tipo de comprensión de lo que está escribiendo.
  • Desconoce cómo usar los signos de puntuación.

Cuando ya son adultos:

  • No les es posible reflejar los pensamientos de manera escrita, lo cual se evidencia cuando expresan sus ideas mediante el habla y lo que ha sido escrito es totalmente diferente.
  • Al escribir, no les es posible hacerlo realizando un seguimiento a las ideas ya escritas.
  • No inicia las oraciones escribiendo letras mayúsculas.
  • Dificultades para entender la gramática de las palabras y su sintaxis.
  • Tienen serios problemas para entender las reglas de ortografía.
  • Les cuesta deletrear las palabras, aunque en su mente sepan hacerlo.
  • Tienen dificultades para saber si una palabra está escrita correctamente, aunque sepan cómo se escribe.
  • En la medida de lo posible, evita escribir, y cuando debe hacerlo, borra demasiado.

Para un correcto diagnóstico de la disgrafía, es necesaria la evaluación de un profesional, generalmente un psicólogo especializado en los trastornos del aprendizaje, quien se encargará de realizar una serie de pruebas escritas al paciente, en la que no sólo evaluará el resultado final de dicha prueba, sino también otros factores asociados al proceso completo de la escritura, como la velocidad al escribir, la postura adoptada y las diferentes reacciones emocionales y motivacionales que surjan mientras se realice la evaluación. Estas pruebas pueden ser realizadas a través de dictados o mediante escrituras espontáneas.

Una vez teniendo la certeza de que un niño padece de disgrafía, se debe estar consciente de que esta condición deberá tener un seguimiento de por vida. Desde la edad escolar el niño debe sentir que su dificultad no es un impedimento para tener un buen rendimiento académico, por lo que los maestros deben idear estrategias especiales de evaluación. Realizar pruebas orales en lugar de escritas, o utilizando herramientas tecnológicas, ayudará en gran medida a lograr el progreso esperado en términos de rendimiento, y los ejercicios de escritura realizados sin presión le permitirá al niño ir aprendiendo a plasmar sus ideas sobre el papel.

En casa la ayuda de la familia juega un papel trascendental. Se pueden diseñar rutinas de ejercicios que permitan la relajación de los músculos de la mano y el brazo, como apretar una pelota de goma o jugar con plastilina.

Todo ejercicio de escritura debe contribuir también a mejorar la postura. Se debe procurar que el paciente logre sentarse de manera correcta y tomar el lápiz como es debido, así aprenderá cuál es la posición indicada para lograr una escritura adecuada manteniendo una posición cómoda del cuerpo.

Además, es importante que los niños aprendan todo lo relacionado a las reglas sintácticas, semánticas y de ortografía. En muchos casos no tener consciencia de estos aspectos dificulta enormemente la mejoría de la escritura, debido a que los errores que derivan de un incorrecto modelo educativo van creando patrones que posteriormente serán difíciles de corregir.

Lo más importante del proceso de aprendizaje es que el individuo se sienta cómodo y tranquilo, estando consciente de que su problema no le impedirá alcanzar el éxito en el futuro, pero sabiendo también que debe estar atento a verificar si todo lo que escribe lo ha realizado de la manera correcta, y haciendo todo lo posible por corregir los errores que pueda detectar.

 

Psicólogos de Bogotá expertos en disgrafía



Autor: © PSIGUIDE